Jemaa el Fna, la plaza que nunca cierra

Si sólo pudiera visitar un lugar de Marruecos sería Marrakech. Y si tuviera que escoger un único rincón de esta ciudad sería la plaza de Jemaa el Fna. 

... y la noche!!!

El día ...

Jemaa el Fna impacta como pocos lugares en el mundo. El viajero nunca recibirá tantos estímulos por metro ambulante cuadrado como en esta plaza. Humeante, enérgica, excesiva y caótica, la UNESCO acertó de pleno al declararla  Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

A la espera de la comida, y con la plaza todavía 'a medio gas'.

Turistas y locales comparten escenario en mitad de la locura que se monta cada noche en esta feria abierta los 365 días del año. Los preparativos comienzan cuando cae el sol, con el trajín de los puestos de comida ambulante. Un ritual que convierte a Jemaa el Fna, sobre las 19.30 h de cada día, en un singular circo de luces con humo, donde los camareros vocean con estruendo el menú y la clientela se arremolina en las mesas ‘corridas’ de los improvisados ‘restaurantes’. Siempre en movimiento, siempre ruidosa, más allá de estos puestos de comida ambulante, la plaza también bulle.

Uno de los juegos que más gusta a los locales y más nos extraña a los guiris

Cuentacuentos, espectáculos musicales, enormes serpientes con domador en busca de foto, pasatiempos artesanales como la pesca de botellas de refrescos o desconchados mini-golf – ésos que llevan años descatalogados en nuestras ferias occidentales- convierten a esta plaza en un sui generis parque de atracciones perdido en el tiempo, donde siempre habrá una mobylette que pareciera empeñada en atropellarte y una historia a punto de ser contada. Pasen y vean.

Después de la cena, nada mejor que terminar con un buen postre.

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