¿Hacer noche en Bratislava o salir pitando al destino definitivo? Ésa es la cuestión. Nosotros nos quedamos y agradecimos la visita. Se trata de una ciudad pequeña, resultona y acogedora. En este post, también compartimos cuestiones de intendencia, como la forma de llegar al centro desde el aeropuerto.
El casco histórico se puede recorrer en un par de horas |
La capital de Eslovaquia es,
Ryanair obliga, una socorrida puerta de entrada para acceder a las ‘hiper-turísticas’
capitales de su entorno, esto es, Viena y Praga. No fue nuestro caso, pero
imaginamos que muchos viajeros dudaran si hacer noche o acudir directamente al
destino. Bratislava es una ciudad bonita, pero no espectacular.
¿Prescindible? Puede, pero
personalmente me gustó perderme durante unas horas por su casco antiguo de
bolsillo. El centro histórico es chiquito y manejable; una especie de decorado
adoquinado, con callejas estrechas y plazas coquetas, repleto de cafés. En
conjunto, muy agradable.
¿Dónde está la gente? |
Antes del mediodía, vagamos sin
rumbo por las calles más céntricas y nos encontramos con la ciudad a medios
gas, con poca gente y pelín descafeinada. Estábamos cansados por el madrugón y
todo nos parecía más triste de la cuenta. Por la tarde, cuando aflojó el mercurio, las
terrazas se fueron llenando, (y, sobre todo, nosotros revivimos tras la siesta)
la ciudad fue otra,… más y mejor.
Tranquilidad a tope!!! |
Bar del barrio judio |
Por la tarde fuimos hasta el Castillo de la Ciudad (en verano, cierra a las 18:00 h) para lo que hay que subir hasta lo alto de la colina. El acceso a los jardines exteriores es gratuito y tiene unas vistas fantásticas de Bratislava y, en especial, de la frondosa ribera del Danubio. El camino de regreso es muy interesante, ya que se puede recorrer el barrio judío, apenas un par de calles, pero que merecen la pena.
Continuamos, ya de nuevo en el centro de la ciudad, echándole un vistazo a la Catedral y nos volvimos a perder hasta llegar a la plaza de la Independencia. Por el camino dejamos la Torre de Miguel, una de las pocas que todavía quedan en la ciudad y por donde, según cuentan, se ‘coló’ la peste bubónica. Para terminar el día nos fuimos paseando hasta el Danubio, pasando por una Alameda donde las parejas bailaban el típico tango esolvaco, y coronamos con una cerveza en uno de los barcos-bar que están atracados en el Danubio. Ni los mosquitos, ni el vaso de plástico fastidiaron el fin de fiesta.
'BarcoPub' sobre el Danubio, con buenas vistas y mejores precios (Cerveza de 1/2 litro a 1 euro) |
Conclusión: Pasar un día en
Bratislava es más que recomendable, con dos se podría ir hasta el Castillo de
Devín (a 9 km),
alquilar una bici o dar una caminata por los bosques de los alrededores.
¿Cómo ir desde el aeropuerto al centro de Bratislava?
El traslado es fácil, cómodo y
barato, ya que se llega en transporte público en poco menos de media hora. Justo
a la salida del aeropuerto, hay que coger el autobús número 64 hasta la
estación de trenes (final de trayecto). Luego se hace transbordo en el número
93 (sirve el mismo ticket, que es válido durante 60’) y en tres paradas ya se
está en el centro del centro. Todo el trayecto cuesto 90 céntimos. Los billetes
se compran en la máquina expendedora (naranja) que hay en la parada de bus que
está justo a la salida del aeropuerto.
Supermercado en el centro
En uno de los laterales de la
plaza de Nam SNP, donde los eslovacos celebraron su independencia, hay un
supermercado ‘Billa’, que está bastante bien equipado para cubrir las
necesidades ‘mochileriles’. Embutidos ya cortados, surtido de panes (integral,
centeno, multicereal…) ensaladas listas para comer y un postre (y/o desayuno)
de fruta fresca, cereales y yogur natural que, por menos de un euro, hace que
aparques los efluvios republicanos y te encante sentirte como un Rey.
Además de como punto estratégico para el acopio de víveres, Nam SNP es un lugar emblemático y habitual punto de encuentro del gentío eslovaco para recibir cada gran hito histórico. Así, durante los días previos a la caída del comunismo se congregaron en esta plaza para compartir ilusiones y angustias en estéreo, ante el futuro que les aguardaba. Años después, cuando se separaron de Chequia, en el denominado ‘divorcio de terciopelo’, también se reunieron en Nam SNP, en cuya parte central se encuentra se alza un robusto monumento en bronce, que conmemora el alzamiento nacional eslovaco. En definitiva, bocatas muy patrióticos.
Más información sobre Eslovaquia:
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