12 abril 2012

Florencia, imágenes de una ciudad-museo.


Florencia, meca del Renacimiento y visita obligada para los amantes del arte, es el mejor ejemplo de ciudad-museo. De monumentalidad exagerada, la capital de la Toscana hace de cada paseo una improvisada visita cultural.

Tras el río se encontraba  el delicioso barrio de Otrarno, literalmente 'más allá del Arno'.


David, de Miguel Ángel, original, ...





... y copia, en la plaza de la Siggnoria.








Su belleza renacentista, tranquila y armónica, cautiva de manera rotunda, aunque la mayoría de los visitantes no lleguemos a desfallecer como le sucedió al escritor francés Stendhal (wikipedia). El literato, abrumado ante la saturación de tanto arte por metro cuadrado, sintió vértigo, se le aceleró el pulso y, literalmente, alucinó, acuñando un síndrome, el de Stendhal o Florencia, cuyos síntomas han padecido –diagnóstico incluido- al menos otro centenar de viajeros en su visita a la ciudad de la flor de lis. Enfermó ante tanta belleza.


La cúpula de la Catedral, realizada por Brunelleschi, cuenta con 114 m de altura y 45 m de diámetro.


El Palaccio Viejo, también denominado Palacio Vecchio, se encuentra en la plaza de la Señoría.


La empinada subida hasta la plaza de Micheangello tiene premio: las imponentes vistas.

Para disfrutar de Florencia no hace falta ser experto en arte, ni llegar a los límites de Stendhal (que resulta bastante exagerado para el común de los mortales), simplemente basta con recorrer sus calles con tranquilidad y empaparse de su belleza añeja. Afortunadamente es una de esas ciudades (como sucede con Lisboa) que no se ha empeñado en borrar las huellas que deja el paso del tiempo, más bien al contrario, Florencia reivindica con orgullo un pasado que la hace única.

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