Vang Vieng, además de 'tubing' y fiesta, ofrece una amplia oferta de actividades de aventura para disfrutar de su naturaleza salvaje.
Desde que nos planteamos la escala en Vang Vieng teníamos claro que íbamos a hacer una excursión por sus alucinantes parajes. Existen muchas agencias locales que ofertan todo tipo de actividades de turismo activo (kayak, espeleología, escalada, bicicleta, …), nosotros optamos por realizar una ruta de trekking de un solo día, ya que no disponíamos de más tiempo en nuestro camino hacia Luang Prabang.
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Gastando fuerzas que luego necesitaría en la ruta. |
También nos tentaba el recorrido en bici, pero al estar en temporada de lluvias no era muy recomendable. El kayak tenía su atractivo, por el generoso caudal del río, pero la turbiedad del agua y nuestra impericia con los remos nos hicieron desistir.
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Nuestro guía, perfecto conocedor de Vang Vieng. |
Contratamos la excursión con
Green Discovery Laos, que no es la agencia más barata, pero sí la que nos ofrecía más confianza, ya que contaba con buenas referencias en el foro de la web de '
los viajeros.com, una biblia para organizar viajes futuros. (27 dólares por persona, con traslado, guía y comida incluida; a partir de cuatro personas, el precio baja a 19 dólares). Además, en Vientiane trabamos amistad con un español afincando en Laos que nos confirmó que se trataba de una empresa fiable. Buena elección. Profesionales, con un guía local que hablaba un perfecto inglés y que conocía hasta el último palmo de la selva. El problema no fue la agencia, sino nosotros, que sobrevaloramos nuestro estado físico y confundimos ‘trekking’ con senderismo. Error. Habitualmente, nos gusta salir por la montaña para realizar caminatas de 4-5 horas, pero esto iba a ser otra cosa.
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La barca, aquí empezó todo |
‘Secret Eden’ se llamaba la que luego se convertiría en pequeña guerra. La contratamos a nuestra llegada por la tarde, para salir a la mañana siguiente. Tras 20 minutos en coche, iniciamos la búsqueda de nuestra ruta. Después de un pequeño recorrido en una diminiuta barca, para llegar a nuestro punto de partida nos quedaba cruzar a pie un río que bajaba enfurecido y ahí tuvimos la primera baja: la cámara. (Por eso sólo tenemos fotos de esta parte inicial del recorrido, una pena). Se cayó al agua y no pudimos hacer fotos hasta el día siguiente, después de secarla con el aire acondicionado. Isa respiró aliviada.
Se trata de una excursión impresionante, que dura las más de seis horas anunciadas en la publicidad de la agencia y que, por momentos, nos resultó temeraria. La lluvia añadía un plus de dificultad a una travesía ya de por sí exigente. Subes y bajas dos montañas en mitad de una densa selva, por un recorrido que, obviamente, no está marcado. Realmente alucinante, pero, al menos para nosotros, excesiva.
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